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miércoles, 9 de septiembre de 2009

Víctimas del franquismo: “Las cosas nunca se olvidan"


No se hablaba de ello, pero los afectados buscábamos y buscábamos

Víctimas del franquismo: “Las cosas nunca se olvidan"

Durante la investigación de su propia historia y la de sus familiares, Empar (Amparo) Salvador descubrió las fosas comunes del cementerio de Valencia, producto de la represión franquista contra los republicanos. “Más difícil que matar es esconder a los muertos”, comentó.


“Mis familiares fueron combatientes en la guerra contra el golpe de estado militar del 18 de julio de 1936 del general Franco, apoyado por el nazismo y el fascismo italiano”, explicó en De Diez a Doce. Comenzó entonces una investigación para conocer su propia situación, lo que la condujo a conocer la situación de “miles y miles más de personas” que habían vivido lo mismo.


“A pesar de que no se hablaba de ello, los afectados buscábamos y buscábamos”, narró. “No existe” que los familiares aceptaran sin más que los suyos hubieran muerto o desaparecido, y cuando la información saltó a los medios era porque llevaban muchos años investigando.


De todos modos, “no se conocía el verdadero alcance de la represión franquista”. En la actualidad se ha documentado la desaparición de 156 mil personas, y con esos casos recurrieron ante la Audiencia Nacional y pretenden llegar a los tribunales internacionales. No creen que en la propia España se haga justicia con ellos, “por lo menos mientras sigan superviviendo elementos del franquismo que ocupan altos cargos en la política, en las finanzas, en todos los medios de poder”.


“España es el único país que nunca, nunca, nunca ha juzgado a un solo responsable de todo aquello”, señaló. Por imperio de una ley de amnistía de 1977 y de la más reciente Ley de la Memoria, el juez Baltasar Garzón, que asumió competencia en casos de violaciones a los derechos humanos en América latina, se ha declarado incompetente en el caso de los genocidas españoles.


La investigación comenzada por Salvador, junto a diferentes artículos y estudios sobre la magnitud de la represión, la impunidad de los responsables y colaboradores del genocidio franquista y sobre la situación de las víctimas todavía no rehabilitadas, se materializó en el libro “El genocidio franquista en Valencia. Las fosas silenciadas del cementerio” (Icaria Editorial. Barcelona, 2008).


"DESCONOCIDO - EJECUTADO"

“Valencia fue la última ciudad que cayó”, recordó la autora, y por eso “las tropas franquistas entraron en ella a sangre y fuego”. Habiendo sido además la capital del gobierno de la República, muchos desplazados por la guerra se habían refugiado en ella. Eran miles de personas de las cuales no se volvió a hablar después, ni de qué pasó con ellas cuando entró el ejército franquista.


Hasta que ella se planteó que, de ser verdad todas las historias que se contaban sobre la represión desatada al final de la guerra, en algún sitio debía existir documentación. “Es más difícil esconder muertos que matar a las personas”, subrayó. Luego de una investigación de tres años encontró, en el cementerio de Valencia, “seis inmensas fosas comunes, que suman 41.020 metros cuadrados y que, según el ex presidente italiano, Francesco Cossiga, son las más grandes documentadas de la historia europea de todo el siglo XX. Incluso más grandes que las de los nazis”.


Las fosas clandestinas habían sido disimuladas construyendo un cementerio encima de ellas. Pero, una vez que supo que estaban allí, encontró signos en el suelo que le permitieron llegar hasta ellas. Y también encontró el registro de los enterramientos, que no constaban en ninguna relación documentaria pero se encontraban depositados en el ayuntamiento de Valencia, al que nadie tenía acceso. Allí constaba el enterramiento de 23.663 personas.


No encontró información relacionada con su familia pero, manifestó, pero “a esta altura todas las víctimas son mi familia y todos los desaparecidos me afectan por igual. Todos ellos fueron asesinados por lo mismo, al margen de que cada uno tenía su manera de pensar, su ideología, etcétera”.


El ejército franquista entró en Valencia el 31 de marzo de 1939, y Salvador inició la investigación desde el día siguiente, 1 de abril. La documentación de los primeros días abunda en “Desconocido - Ejecutado”. “Es terrible, porque o bien mataban a tantos que no sabían a quiénes mataban, o bien lo sabían muy bien pero, al ponerle ´desconocido´ le condenaban a que nunca se supiese quién era”.


Pero luego cambiaron la causa de la muerte, y comienza a figurar “fractura de cráneo”, “hemorragia interna”, “shock traumático”, “ablación total del cuerpo”… “Utilizan eufemismos tales como ´asfixia por suspensión´, o ´asfixia por inmersión mecánica´… Le sujetan la cabeza en un medio líquido hasta que se ahoga”, destacó.


“Las cosas nunca se olvidan”, enfatizó. “Están presentes hasta que se solucionan. ¿Cuándo podremos cerrar esto, cuándo lo podremos solucionar? El día en que se haga justicia a las víctimas. Mientras tanto será una herida abierta”.



Escuche la entrevista (15’54”)

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